LA BIBLIOTECARIA EGOÍSTA

Imagen 1: Referencial al libro de geología

El día 23 de abril se celebró el Día Internacional del Libro y muchos países hablaron sobre el fomento de la lectura, otros de la poca difusión que existe, al menos 3 libros al año son leídos por un peruano promedio 1. El libro es una cruzada infalible para muchos hacia la cultura, pero lo cierto es que el libro al igual que otros instrumentos existentes es una herramienta - algunos siguen siendo idiotas después de leer - muy útil para almacenar conocimientos como ahora lo es internet en un interface avanzada.

Por otro lado, existe un amor particular hacia los que leemos libros como quienes aman ver películas y eso es lo que caracteriza a los de nuestra especie: gozar del placer. Bueno, podría contar mis libros favoritos, los que me llevaron a volar, los que me quitaron del hoyo, los que me aventuraron a la vida, pero eso sería encantador y ya no estoy para eso. Hablaré de la bibliotecaria egoísta que me quitó la oportunidad de ser geóloga - quizá, no lo sé, solo me quiero quejar - para celebrar esta semana.

LA MALDITA BIBLIOTECARIA ESCOLAR

Imagen 2: Tal cual a la bibliotecaria escolar

El primero de secundaria lo pasé en un colegio estatal y de mujeres, nos llevaron a la biblioteca escolar para incentivar nuestras ganas de leer. La biblioteca estaba diseñada terriblemente, todos los libros apilados en un extremo y otra área mesas para nosotras las estudiantes, resumir esta situación es fácil ya que no existía contacto con los libros. Hubiese sido genial tener contacto con los libros, pasar cerca a ellos y poder buscar nuevas pasiones, sino todo quedaría resumido en sugerencia de profesores y no encuentros idílicos con los libros y autores. Mi inocente ser pedía a gritos en tal situación unos tomos verdes con una bella inscripción de una palabra desconocida: GEOLOGÍA. Yo recogía desde pequeña piedras y veía la portada del libro piedras tan lindas que quería conocer. Embriagada por la curiosidad y el ánimo aún infantil, le hablé a esa buena mujer pidiéndole un tomo de los libros de geología; y esa buena mujer contestó: "¿Tú para qué quieres eso? No te  sirve". Avergonzada por el rechazo pensé que ella definitivamente debía ser una bibliotecaria maldita.

1. https://peru21.pe/lima/15-5-peruanos-lee-cotidianamente-80-acude-bibliotecas-232775

LA SENSACIÓN DEL FIN EN UN LIBRO

Terminé el largo recorrido que me llevó Ciudad de cristal, me sumergí por completo en los recodos que Auster me había preparado desde el principio hasta el término de su obra. Enloquecí por completo en algunos momentos mientras buscaba se resolviera el angustiante enigma. Intento explicar de alguna forma la ansiedad que me provocó llegar al capítulo trece. "¡El fin!", me dije. No me han gustado los finales de los libros, tengo una idea poco clara de cuál serán las siguientes hojas que me seducirán y me arrancarán de mi monotonía. Ahí están los libros para restregarte, para restregarme, una y otra vez, la capacidad de seducción provocada por sus letras, por un otro sentado en algún otro lugar que pensó o no en ti pero que ahí te tiene a su merced.

EL INICIO DE LA AVENTURA

Hoy inicio un blog con la esperanza... No, ya perdí la esperanza.

Escribo este blog porque tengo minutos extras de desesperación para compartir.

FIN

LA SENDA DE LA PERDEDORA

Recuerdo que no he ganado nada solo un diploma por un dibujito e ingresar a un torneo de ajedrez en primaria, simplemente he perdido más en la vida. Perdí partidas de ajedrez, perdí al intentar postular a una universidad y fallé como ser humano en tiempo de felicidad. Mi vida social se remonta a una pequeña ventanita y mis binoculares para espiar la vida privada de mis vecinos. Pronto me cancelarán el teléfono y mi madre por fin decidirá una vida sin mí, su parasitaria hija. En fin, siempre termino el día con una austera conversación conmigo en el espejo.

- Solo vivo con madre y aún no tengo trabajo, solo es eso. No es grave. 

- Realmente eres PATÉTICA.

Representación de mi próxima demencia

LLEGAR AL HOYO ES SOLO EL COMIENZO

Llegué al fondo, al más ennegrecido hoyo y sin ayuda. No, no, NO me voy a quejar de mi descontrolada vida como que me senté en un chicle o que otra vez bebí de más y terminé robando una botella de ron con gaseosa a unas lesbianas, nada de eso. Llegué al fondo y no me quejo, llegué y estoy aquí moviéndome como el parásito que somos muchos en este mundo inmenso; y sí, intento escalar el hoyo en que me he hundido pero después de mis descanso matutino. 

¡A VIVIR!

Alberto Montt. La vida es un regalo