Llegué al fondo, al más ennegrecido hoyo y sin ayuda. No, no, NO me voy a quejar de mi descontrolada vida como que me senté en un chicle o que otra vez bebí de más y terminé robando una botella de ron con gaseosa a unas lesbianas, nada de eso. Llegué al fondo y no me quejo, llegué y estoy aquí moviéndome como el parásito que somos muchos en este mundo inmenso; y sí, intento escalar el hoyo en que me he hundido pero después de mis descanso matutino.
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